viernes, 28 de diciembre de 2012

La matriz GAGO como método de catalogación de especies invasoras. Revista Ecosistemas


LOBATO, I.. La matriz GAGO como método de catalogación de especies invasoras. Revista Ecosistemas, Norteamérica, 21, dic. 2012. Disponible en: <http://www.revistaecosistemas.net/index.php/ecosistemas/article/view/712>. Fecha de acceso: 28 dic. 2012.

Resumen.
La matriz GAGO como método de catalogación de especies invasoras. Cuando un problema llega a la cota de ser considerado como segunda causa de pérdida de biodiversidad, es que ha llegado el momento de actuar,  de adoptar una postura valiente y empezar a atajar el problema desde su base, delimitando objetivos y circunscribiendo responsabilidades. Es en esta línea donde la catalogación de especies invasoras tiene mucho que decir, y por añadidura las herramientas destinadas a facilitar dicha labor. Herramientas como la matriz GAGO, la cual se presenta como una oportunidad para llevar la catalogación a escala del aquí y ahora, a través de un sistema de codificación basado en parámetros biológicos básicos y de fácil acceso documental.

Palabras claves: especies exóticas, ecología de invasiones, invasiones biológicas, catálogo.

Abstract.
The GAGO matrix as a cataloguing method of invasive species. When a problem reaches the stage of being considered as the second cause for loss of biodiversity, time as come to set in motion, adopt a bold attitude and star to intercept the problem from the founding, setting our goals and determining responsibilities. Keeping this idea in mind, the cataloguing of invasive species becomes remarkable as well as the tools to carry out this task. Tools as the GAGO matrix stands for an opportunity to develop the cataloguing at the very precise moment, trough a codification system by means of basic biological parameters and a straightforward documentary access.


Keywords: exotic species, invasion ecology, biological invasions, catalogue.

Antecedentes.
Por muy variadas que sean las causas de introducción, éste es evidentemente un problema de mercados, dado que es él quien intensifica el transporte de mercancías, propone la venta de mascotas o redistribuye las plantaciones de cultivos. De modo que enfrentarse a este problema obviando las reglas de mercado, es conceder demasiada ventaja a un problema que ya se ha constituido como la segunda causa de pérdida de biodiversidad (weber, 2003). De ahí, la necesidad de asimilar la catalogación ambiental a los sistemas  comerciales para que operen a las mismas escalas espaciotemporales y de priorización de recursos económicos y personales.

En este sentido, una de las posibles debilidades que se plantean es la de la escala temporal, ya que en la actualidad se trabaja a nivel de hoy para mañana, o lo que es lo mismo, la invasión se produce hoy, pero yo la considero como tal, mañana. Lo cual redunda en la cadena de actuación, pues ignora la detección temprana y rápida respuesta, para convertirse en un método de contención, pues queda limitado a que las especies que ya han invadido no extiendan su ocupación. Muy estrechamente relacionado con este aspecto, pues si se da tiempo a un invasor tiende a ocupar todo el espacio, está la escala espacial, que por lo general suele presentar cierta tendencia a la consideración en términos de nación. Hecho que infravalora el dinamismo ecosistémico, pues no se debe olvidar que lo que aquí y hoy es un invasor, mañana y allí será un recurso ecológico a considerar. Un buen ejemplo de ello es el cangrejo rojo americano para la cuenca del Guadalquivir (Zulima, 2010), del cual nadie duda que es una especie invasora; ahora bien, si la pregunta se formula como si al ser una especie invasora ha de ser erradicada a nivel de nación, la cosa ya no esta tan clara, pues eliminarlo de dicha cuenca puede generar serios desequilibrios ecológicos. De ahí la necesidad de ampliar el prisma de actuación a la escala de entorno: en este punto concreto es un invasor, y en este punto concreto, al menos hasta restituir las poblaciones autóctonas que ha desplazado, no debe ser considerado como un invasor a erradicar.

También es importante destacar que, si bien el mercado se comporta como mecenas de las invasiones biológicas (Pimentel, 2002), la lucha contra las mismas carece de un apoyo económico de tal magnitud, de modo que se debe afrontar un problema de gran relevancia con recursos efímeros, pues contar con un equipo exclusivo de catalogación para cada rincón es ilusorio toda vez que el esfuerzo inicial cese, y no se puede olvidar que un compendio de especies de este tipo es un ente dinámico y que requerirá de una dedicación en el tiempo constante y para cualquier espacio. Es por ello que las mejores oportunidades a este respecto deben pasar por aprovechar las infraestructuras de estudio ambiental disponibles y reeducando a los efectivos existentes (Capdevila, 2006).

En consecuencia, no se trata de hacer un listado de los más buscados o invasiones representativas, sino que, en clara analogía al mercado, del mismo modo que un catálogo comercial es mucho más que una mera foto, un catálogo ambiental debe constituirse en un sistema de información codificada, de fácil acceso y que de respuesta a las preguntas de dónde, cómo y cuándo con la mayor premura posible.

Método.
El presente método se postula como una método de estudio trifásico, que opera en base a tres fuentes de información (matriz de competitividad o matriz GAGO, análisis de invasividad y análisis de vulnerabilidad), para cada uno de sus tres ámbitos de estudio, fauna, flora y mixto.

La primera de las fases obedece a la confección de una matriz  de competitividad para cada ámbito de estudio, la cual es el resultado de confrontar las especies autóctonas con aquellas susceptibles de ser consideradas como invasoras, es decir, aquellas especies alóctonas detectadas en el área de estudio, en entornos cercanos o que por su modalidad de dispersión, pueda considerarse factible su invasión. De este modo, se consigue un efecto embudo en la incorporación de especies a la matriz, pasando de una lente preventiva más amplia, como son las especies susceptibles de invadir, a una óptica más precisa como es la incorporación de las especies foráneas detectadas en el propio área. Dicha confrontación atenderá a los siguientes parámetros, según trabajemos en la matriz para fauna, vegetal o mixta:

§  Matriz de competencia para fauna:
·                  Hábitats: se procederá a la comparación en base al entorno ocupado dentro del propio ecosistema (carrizal, zona de cultivo, etc.). En aquellos casos que una especie en particular desempeñe sus funciones vitales (alimentarse, reproducirse…) en varios hábitats, serán tenidos en cuenta todos ellos, realizándose una valoración para cada uno de los mismos.
·                  Alimentación: se evaluará la posibilidad de competencia en cuanto a hábitos nutricionales.
·                  Depredación: se establecerán las relaciones entre depredador-presa  que pudieran ser consideradas como plausibles entre especies nativas y foráneas.
·                  Lugar de anidación-reposo: se confrontarán a las especies en función de sus preferencias por los lugares de anidación o reposo, tales como nidos o madrigueras.
·                  Transmisión de enfermedades: en aquellos casos en que se cuente con pruebas evidentes de que la especie exótica actúa como un vector de transmisión, los organismos implicados serán confrontados en una relación negativa para el receptor. Tómese como ejemplo el caso del cangrejo rojo americano y sus homólogos autóctonos.

§  Matriz de competencia para flora:
·                  Zonas de vida de Holdridge: tal y como hace referencia el sistema de clasificación propuesto, la variable de estudio son los factores bioclimáticos sistematizados en zonas de vida (Holdridge, 1987).
·                   Sustrato: se estudiará la posible coincidencia con respecto a sustratos similares, bien por tipo de suelos, o bien en referencia a otros tipos de sustratos, cuando se trabaje,  por ejemplo, con plantas acuáticas.
·                  Germinación: el factor a valorar, es que especie germina en una estación menor, de manera que, en caso de germinación por parte de la invasora en estaciones iguales o inferiores, se pueda  hablar de factor negativo para la vegetación autóctona.
·                  Crecimiento: se atenderá a la velocidad del mismo, estableciéndose dos categorías, rápido y lento, de modo que un rápido crecimiento pueda ser considerado como un evento determinante en la capacidad para desplazar a otras especies del entorno.
·                  Alelopatía/enfermedad: en aquellas especies de las que se tenga constancia de una relación alelopática (Inderjit, 2008) o de transmisión de enfermedades, se contemplará el tipo de relación entre las especies implicadas, valorándose el beneficio o perjuicio de la relación alelopática, y la negatividad de la transmisión de enfermedades.

§  Matriz de competencia mixta:
·                  Hábitats: se buscará la posibilidad de encuentro en un entorno determinado por parte de especies vegetales y animales.
·                   Depredación: se establecerán las relaciones depredadoras plausibles entre sendos grupos.
·                  Reproducción: se analizará la factibilidad de que una especie pueda interferir en la capacidad reproductora de otra, ya sea de forma directa o de forma indirecta, como, por ejemplo, sería el caso de depredación sobre insectos polinizadores en relación a la reproducción vegetal.
·                  Alelopatía/enfermedad: se considerará la evidencia de relaciones alelopáticas entre especies vegetales y animales (Hierro, 2003), así como la constatación de la transmisión de enfermedades entre sendos grupos.

En la problemática de las invasiones biológicas el tiempo es oro, y la determinación de competitividad o no, ha de hacerse de forma casi instantánea. Ante esto no queda más que recurrir a bases de datos sistematizadas, de manera que cada parámetro a evaluar se constituya en un código alfanumérico vinculando a cada especie lo que vendría a ser algo similar a un código de barras. Por poner un ejemplo, si trabajamos con la variante para fauna, y sin entrar en mucho detalle, se podría hablar de un organismo identificado como H2, A1, A2, D1, D2, N3, T0 en relación al siguiente listado:

·                    H1, H2, H3… si H1= campos de cultivo, H2= márgenes de ríos, H3=subsuelo…
·                    A1, A2, A3… si A1= pequeños peces, A2= pequeños anfibios, A3=cereales…
·                    D1, D2, D3… si D1 depreda = pequeños peces, D2= anfibios, H3= pequeñas aves…
·                    N1, N2, N3… si H1= suelos de cultivo, H2= árboles de grandes copas, H3= subsuelo blando…
·                    T0, T1… si T0= no hay registrado ningún caso de transmisión de enfermedad entre las dos especies cruzadas, T1= se cuentan con evidencias constatadas de transmisión de enfermedades entre sendas especies.

Con respecto a la construcción de la matriz GAGO, una vez se han establecido las categorías de codificación, el cruzamiento resulta tan sencillo que no requiere de un cuerpo de trabajo especializado, sino que los mismos operarios de los espacios naturales afectados se encargarán de la elaboración de la misma.

En referencia al proceso de evaluación, este consistirá en la asignación de tres caracteres (N, P, y 0) en relación a las especies nativas, es decir, que se hablaría de N si la coincidencia de los parámetros se muestra como negativa para las especies autóctonas, como, por ejemplo, en el caso de que aniden en el mismo soporte, P si la relación es beneficiosa, como sería el caso de que las especies nativas depreden sobre las invasoras, y 0 si no se establece coincidencia entre parámetros.

En base a esta información, se puede intuir que especie es susceptible de ser incluida en el catálogo, a razón de que manifieste una mayoría de resultados N sobre las especies originarias. No obstante, ya se ha comentado la necesidad de dosificar los esfuerzos, y pese a que el criterio de competitividad alerta de un perjuicio, será necesario acometer dos fases más para validar que especies parten con ventaja o desventaja en este evento competitivo, pues las que interesa tratar son las relaciones de competencia que el medio natural no puede subsanar por sí solo.


Alopochen  aegyptiacus
Amandava amandava 
Ephippiorhynchus  senegalensis
Estrilda astrild 

H
A
D
N/R
E
H
A
D
N/R
E
H
A
D
N/R
E
H
A
D
N/R
E
Actitis hypoleucos
N
0
0
N
0
N
N
0
0
0
N
0
N
0
0
N
N
0
0
0
Acrocephalus arundinaceus
N
0
0
0
0
N
N
0
0
0
N
0
0
0
0
N
N
0
0
0
Acrocephalus scirpaceus
N
0
0
0
0
N
N
0
0
0
N
0
0
0
0
N
N
0
0
0
Tabla 1. Simulación de Matriz de competencia para fauna.
Variables: Hábitat (H), Alimentación (A), Depredación (D), Lugar de Anidación-Reposo (N) y Transmisión de enfermedades (E).
Valores: Positivo (P), Negativo (N) y Neutro (0).

Esta segunda y tercera fase de validación es lo que se denomina análisis de invasividad y  análisis de vulnerabilidad, y se llevan a cabo con aquellas especies amenazadas que presenten una estrecha relación negativa con alguna especie exótica. La designación de este tipo de atributos, siempre implica cierto riesgo, en tanto que puede ser un evento subjetivo, razón por la cual, se recurre a una adaptación del modelo estadístico ACPF (Aguilera, 1996b), para obtener un valor ponderado lo más fiable posible. Del mismo modo que este método es ampliamente utilizado por compañías de seguro para gravar o incentivar las primas de seguro en función del riesgo de accidente para los distintos perfiles de conductores, en nuestro caso, podemos recurrir al mismo, para establecer unos patrones de mayor o menor impacto en función de los atributos destacados de cada especie.

Para el caso del análisis de invasividad, se debe procurar el acercamiento a la realidad desde el prisma del invasor, es decir, recurrir a los estudios realizados sobre la especie objeto de estudio en su región de origen o en otras zonas invadidas, para establecer cuáles de sus características originarias son potencialmente ventajosas en caso de competencia, como podría ser la especial voracidad o la territorialidad, entre otras. Así mismo se ha de valorar no solo los atributos biológicos de la especie, sino también el carácter antrópico del fenómeno, entrando en el modo de dispersión y la frecuencia con que esta se lleva a cabo, destacándose atributos como por ejemplo, un marcado interés comercial de la especie.

En base al análisis estadístico de las invasiones precedentes, se puede asignar un valor ponderado de impacto (Valderrama, 2000), es decir, cada invasión descrita es englobada en un perfil en función a las variables de reino, atributo biológico o antrópico, entorno y periodo a partir del cual un invasor comienza a producir daños. De esta manera, las cualidades o atributos que se han reconocido en la especie exótica objeto de estudio, pueden ser valorados de forma objetiva, en función del patrón global seguido por las invasiones genéricas.

De forma paralela, se lleva a cabo el análisis de vulnerabilidad, el cual se trata de una aproximación al ecosistema desde los puntos débiles del mismo, es decir, aquellas especies que ya se encuentran en una situación crítica y que cualquier evento competitivo, por muy leve que se manifieste, actúa como la gota que colma el vaso. Se recurre a la información previa sobre especies amenazadas en el espacio natural de estudio, y se evalúan las características de dichas especies que han derivado en su situación actual, por ejemplo,  la pérdida de hábitat, especialización nutricional, etc., de manera que, en caso de establecerse coincidencia entre un competidor por alguno de estos factores, se considere tal coincidencia como un gravamen que pese sobre la balanza competitiva, señalando a un claro perdedor, la especie amenazada.
Al igual que en el caso anterior, tales atributos son valorados, en función del análisis estadístico de las especies amenazadas, las cuales en este caso son englobadas en sus respectivos perfiles en relación a las variables de reino, cualidad, entorno y periodo en el que comienzan a verse afectada por el daño.

Una vez  que se han asignado los valores a las distintas cualidades, se seleccionan aquellas cualidades que presenten un mayor valor de impacto, y son cruzadas en función de la relación entre especie amenazada y exótica. De manera que, si del cruzamiento de los valores de ambas categorías, se obtiene un valor superior al establecido como límite, nos encontramos ante una especie exótica a catalogar con invasora.

A modo de ejemplo, si de la matriz GAGO se extrae un cruce negativo entre una especie exótica y una especie amenazada, extrayéndose de los análisis de invasividad y vulnerabilidad, los atributos de territorialidad y agresividad, para la primera, y de pérdida de hábitat y envenenamiento por plomo, para la especie amenazada. Estos pueden ser valorados, obteniendo una asignación de: territorialidad (valor ponderado de 1), agresividad (valor ponderado de 0,9), pérdida de hábitat (valor ponderado de 1) y envenenamiento por plomo (valor ponderado de 1,1). Finalmente se cruzan aquellos atributos de mayor valor de impacto y que guardan relación, es decir, la territorialidad y la agresividad incidirían sobre la pérdida de hábitat, pero serían inocuos frente al envenenamiento por plomo. De manera que el valor final, es fruto del cruce entre territorialidad y pérdida de hábitat. Como la suma de ambos sobrepasa el valor prefijado como límite máximo de impacto, estaríamos ante una especie catalogable como invasora.

Así pues, tras el tratamiento siempre de información previamente elaborada para otros fines, y en consecuencia reutilizada, se puede determinar la inclusión de un organismo en el catálogo a tenor de su predisposición a competir en un evento ecológico y su relación vulnerabilidad-invasividad.

No obstante, la catalogación es solo un paso previo, pues tan importante como catalogar, es estar en disposición de decidir si es necesaria una actuación sobre el medio o no. Esto puede resolverse en base a la resolución de las siguientes formulas:

D x R= C ; S x A= H ; C + H= X ; I x V= PR ; X x PR= M

Donde:
D= Daño, se le asigna un valor que oscila entre (-5) para aquellos casos en que la matriz GAGO arroje varios casos de relaciones positivas con especies amenazadas, y un valor de (5) para aquellos casos donde la especie invasora incida de forma negativa sobre varias especies amenazadas.
R= Reemplazo, contempla valores que van de 1 a 5 en función de la dificultad de reemplazar a las especies afectadas por la invasión, resultando el valor 5 la máxima dificultad.
S= Sector dañado,  depende de que los efectos adversos recaigan sobre el sector social, económico, ecológico o sobre varios de ellos simultáneamente, recibiendo un valor entre 1 y 5, siendo este mayor cuanto mayor es el número de sectores afectados.
A= Área, representa la extensión susceptible de verse afectada, valorándose con valores entre 1 y 5 según el tamaño de la misma.
I= Invasividad, se corresponde con el análisis de invasividad, otorgándole un valor entre 1 y 5 en relación al máximo valor ponderado obtenido en dicho análisis.
V= Vulnerabilidad, procedente del análisis de vulnerabilidad, equipara el máximo valor ponderado a una escala de 1 a 5.
M= necesidad de adoptar medidas.

En consecuencia, si tras los cálculos propuestos M supera un valor prefijado, nos encontramos ante una especie invasora que requiere de medidas inmediatas. Por el contrario, si este valor es inferior al mismo, pese a tratarse de una especie invasora, podemos postergar en el tiempo la actuación. De esta manera se consigue priorizar los recursos en función de las necesidades de actuación.

Conclusión.
Es importante tener presente que una cosa es tener información y otra que la información sea operativa, y quizás sea esta la mayor virtud de este método, pues del mismo modo que un censo es mucho más que un número, este sistema de codificación para la inclusión en catálogos, es mucho más que un compendio de especies invasoras emblemáticas. Sin ir más lejos, esta forma de operativizar la información disponible permite llevar la catalogación a la escala del aquí y ahora, permitiendo dar un respuesta contundente a las invasiones independientemente de la etapa invasiva en que se encuentre y de la parte del territorio ocupada, ya sea esta, toda la nación o un pequeña región natural. En una clara analogía medica, podríamos decir que trabajar bajo esta escala, es operar a bisturí, de modo que, se minimizan los riesgos, se incrementa la precisión y el efecto sobre la reducción de costes es considerable.
Con respecto a los costes, es evidente, que el esfuerzo de establecer unos criterios para la asignación de los valores alfanuméricos para los distintos parámetros de forma consensuada, requerirá de un gasto inicial. Un gasto que, no obstante, puede ser fácilmente asimilado por la reducción que implica minimizar los efectivos especializados destinados a la catalogación, ya que como hemos comentado, tras esta primera aportación inicial, puede ser llevada por personal propio de las zonas naturales de estudio.

Así pues, este es un método que puede resultar beneficioso de cara a la lucha contra las especies invasoras, ya que permite magnificar las infraestructuras y bases documentales ya existentes, para arrojar un valor objetivo sobre la idoneidad de catalogación y actuación inmediata.

Bibliografía.

Aguilera, A.M.; Ocaña, F.A.; Valderrama, M.J. 1996b. Análisis en componentes principales de un proceso estocástico con funciones muestrales escalonadas. Questión 20 (1), pp. 7 28.

Capdevila-Arguelles, L.; García, A.I.; Orueta, J.F. et al. 2006. Especies exóticas invasoras: diagnóstico y bases para la prevención y el manejo. Organismo Autónomo de
Parques Nacionales, Ministerio de Medio Ambiente, Madrid.

Hierro, J.L.; Callaway, R.M. 2003. Allelopathy and exotic plant invasion. Plant and Soil, 256: 29-39.

Holdridge, L. R. 1987. Ecología basada en zonas de vida. Trad. Humberto Jiménez Saa. San José.,Costa Rica.IICA. p.1-44,il.

Inderjit, T. R.; Seastedt, R.M.; Callaway, J.L.; Pollock, Y.J. 2008. Allelopathy and plant invasions: traditional, congeneric and bio-geographical approaches. Biol Invasions, 10: 875- 890.

Lobato, I. 2011. Invasiones biológicas: Diagnosis y solución. Artgerust.

Pimentel, D. 2002. Biological Invasions. Economics and Environmental Costs of Alien Plant, Animal, and Microbe Species.CRC Press, Boca Ratton,

Valderrama, M.J.; Aguilera, A.M.; Ocaña, F.A. 2000. Predicción dinámica mediante análisis de datos funcionales. La Muralla-Hespérides.

Weber, E. 2003. Invasive Plant Species of the World. A Reference Guide to Environmental Weeds. CABI Publishing. Wallingford.

Zulima, J.L.; Tella, J. et al. 2010 “The paradox of the long-term positive effects of a north american crayfish on a European community of predators”. Conservation Biology. DOI: 10.1111/j.1523-1739.2010.01483.x

jueves, 30 de junio de 2011

La situación de la dehesa como reflejo de la problematica de las invasiones biologicas

La dehesa, aparte de ser un ecosistema que acoge a un buen número de especies invasoras, en términos conceptuales puede asimilarse en gran medida a la problemática de las invasiones biológicas. Y en este sentido, puede permitirnos aprender de errores cometidos en el pasado, ejecutados en otro campo, aunque equiparables, en cualquier caso. Sin ir más lejos, la dehesa es un ecosistema, desconocido en su esencia, pues se tiene como un elemento de alta carga natural, pero la población en general, ignora el hecho de que es un entorno dependiente del Hombre. Una dependencia o subordinación antrópica que tiene dos consecuencias importantes. Por un lado, si el hombre abandona la misma, esta se colapsa y se autodestruye, es decir, la dehesa como tal desaparece. Y por otro lado, la guía que impone el hombre sobre la diversidad en la dehesa, limita su capacidad adaptiva, lo cual puede llegar a suponer, como de hecho ha ocurrido con el tema de la “seca” que una enfermedad, o cualquier otro perjuicio ocasiones la pérdida inexorable de las poblaciones, sin que prácticamente se pueda tener un margen de maniobra en tareas de conservación.
Pues bien, dicho esto, podemos aplicar dichas consideraciones al problema de las especies invasoras, resultando en tal caso, que nos encontramos con una situación de la que nadie duda que tiene un componente natural, pues al fin y al cabo son animales y plantas. Sin embargo, tal componente natural, dada su subordinación al hombre, puede resultar engañosa, pues es natural, mientras el hombre así lo desee, y me explico, del mismo modo que una dehesa requiere de podas selectivas, una cotorra tropical en territorio templado, requiere del hombre para que elimine a sus competidores y le suministre alimento, en cuyo caso se establecerá una relación de pseudo-naturalidad mientras sendas acciones se den. Lo cual es un problema, pues en este caso, la apuesta del hombre por las especies exóticas depende de modelos económicos y cambiantes, luego, tarde o temprano, estamos ante el colapso del exotismo, al igual que, se colapso la dehesa por la pérdida del valor económico de la misma.
Además, hemos de tener en cuenta, que tal situación de psudo-naturalidad, no responde a criterios evolutivos, y que por tanto es totalmente vulnerable ante cualquier perjuicio ambiental.
Estas consideraciones, vienen a indicar el error de seguir estrategias de futuro en base a criterios naturales mediados por intereses económicos, pues el modelo de mercado cambia a una velocidad incompatible con la maniobrabilidad evolutiva, de manera que no podemos hipotecar nuestro medioambiente, bajo la excusa de “la vida se abre camino”  pues, en este caso, la vida se abre camino, o bien subvencionada por el hombre, o bien a base de un enorme sacrificio, medido en pérdida de especies, que tal vez no podamos asumir.

lunes, 4 de abril de 2011

Mercadillos ambulantes, un casting de futuros invasores ( Achatina fulica)

No hay pueblo o aldea recóndita que no cuente con su mercadillo, y sin embargo su paso por los medios suele estar ligado a decomisos por piratería, y mientras, somos ajenos a la estrecha relación que este tipo de actividades tiene en cuanto a la diseminación de especies exóticas.
Si pasamos de forma somera sobre este tipo de eventos, podríamos caer en el error de pensar que plantea la misma problemática que cualquier otra tienda de mascotas, lo cual, no sería más que media verdad, pues si bien es cierto que medidas del tipo sanitario y aduanero deberían ser obligatorias para este tipo de tiendas independientemente de su modalidad, en el caso de los puestos ambulantes hay que trascender a su razón de ser, pues en este caso no hablamos de satisfacer una demanda responsable, sino que más bien, la demanda en este caso es la textil y la venta de mascotas se emplea como acicate o distracción de un público infantil, exactamente igual a como lo hace el puesto de perritos calientes o la hamburguesería que acompaña a todo mercadillo.
Así pues, ante esta situación, ya no cabe hablar  de compra responsable o de concienciación del consumidor, pues la venta responde más a criterios estéticos o lúdicos que a naturalistas.
Además, y sin profundizar en las condiciones de venta, ya de por sí, parece mucho más complicado escapar de un tienda convencional, que de un puesto situado en un descampado a las afueras de la localidad, en su mayoría en zonas rurales, y con una eventualidad, que a poco que el animal ande, dispone de una semana, antes de que su vendedor o capturador vuelva.
Es por ello, que la tendencia en la venta de este tipo de negocios, ha resultado ser un escaparate fiable para desvelar cual será el próximo animal que nos invadirá, pues paso hace años con la tortuga de california, las cuales eran vendidas en barreños sobre el albero, o más recientemente, con el caracol africano (Achatina fulica), el cual, tristemente se ha convertido en un buen ejemplo de esta relación mercadillo-invasor, pues tenemos a una especie llamativa por su tamaño, con una imagen de bondad, pues al público en general le cuesta pensar en caracoles como amenazantes, y a lo que hay que añadir bajos coste, y su incompatibilidad con la razón de ser de estos comercios, pues como comentamos anteriormente, si la idea de la compra es la distracción, el primer día es grande, el segundo lento, y al tercero la tapa se ha quedado abierta y el caracol campa a sus anchas.
Así las cosas, no cabe otra que aprovechar los días festivos para adelantarse a la invasión, pues hoy por hoy, tanto los controles sobre el vendedor como los mecanismos de concienciación, para este tipo de eventos, se están manifestando como inoperantes, tanto que podríamos hablar de un desfase de 6 u 8 meses entre la llegada al mercadillo, y las primeras apariciones de poblaciones invasoras.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Cotorras y piedras en un estanque

Que nuestros parques y plazas son ocupadas a diario por psitácidas, es ya una realidad asumida, tanto que para los turistas norteuropeos comienzan a convertirse en algo pintoresco. Y yo no sé si será porque es difícil entender el territorio urbano como un ecosistema o por el hecho de que relevan a especies con una mala fama como las palomas, pero la verdad es que cada vez esta más extendida la actitud de indiferencia hacia este problema. Una indiferencia que toma su fuerza del desconocimiento, pues si analizásemos ciertos puntos veríamos lo equivocado de nuestra reacción.
En primer lugar hay que ver el ambiente urbano como cualquier otro ecosistema, degradado sí, pero ecosistema al fin y al cabo, e incluso si somos reacios a aceptarlo como tal, debemos plantearnos la situación como un niño que arroja una piedra en un estanque. Todos tenemos esa imagen de un impacto central cuyas ondas se difunden a lo largo del mismo, pues bien, en esto ocurre exactamente de forma idéntica. Uno causa un gran impacto al abandonar su mascota en la parte central de su ciudad, y esta provoca una serie de sucesos que se difunden hacia el exterior. No hemos de olvidar, que la ciudad en términos ecológicos da pie a una fauna generalista, es decir, que esta dispuesta a sobrevivir a base de lo que hay, y que por tanto, las cotorras no sustituyen a las palomas, simplemente las desplazan, del mismo modo que una onda sigue a la siguiente, de manera que un impacto central tiene un efecto magnificado en el exterior. En segundo lugar y en relación a las consecuencias, hemos de decir que es difícil precisarlas, pero que hemos de entender que la ciudad actúa como un campo de entrenamiento y que si pensamos en un organismo, como pueden ser las palomas, que se adapta a nuestros hábitos, que no importa que hagamos, pues se sobreponen, y que incluso en muchos municipios se les ha declarado la guerra. Si nosotros no hemos sido capaces de competir con ellas, imaginad que efecto puede provocar en especies ajenas al ámbito urbano y que de golpe y porrazo se encuentran con esta amenaza.
Así las cosas, las cotorras de kramer, por poner un ejemplo, no son la nota de color que adorna nuestros jardines, sino la pieza de domino que inicia la caída, y ante la cual no cabe otra reacción que la de establecer su control.

sábado, 22 de enero de 2011

Vespa velutina nigrithorax (una metáfora de la naturaleza)

De todos es conocida la reciente preocupación por la llegada de esta especie invasora a nuestro país, donde amenaza no solo con hacer caer las poblaciones de himenópteros nativos, sino con repercutir en la producción apícola nacional.
Así las cosas y mientras se buscan soluciones operativas, nos gustaría comentar el comportamiento de su presa original, la abeja Apis cerana, el cual nos parece un perfecto ejemplo de lo que es la lucha contra las especies invasoras.
Pues bien, cuando las colonias de Apis cerana se ven alteradas por la actividad de Vespa velutina nigrithorax, estas corren raudas a rodearla, de manera que forman una alfombra sobre el avispón, que aumenta la temperatura de forma considerable. Tanto es así, que el agresor sucumbe por hipertermia, ya que en el centro de esa manta que han constituido las abejas se llegan a  alcanzar temperaturas de 45º.
Es por ello, por lo que hablamos de metáfora de la lucha contra las especies invasoras, pues para un perfecto ejemplo de sociedad organizada, como son las colonias apícolas, la lucha contra el invasor les supone la necesidad de reunir a un gran número de efectivos y un gran consumo de recursos, en este caso energéticos. Y ante lo cual no cabe más que preguntarse cuantos operarios de medioambiente y que coste nos va a suponer expulsar a esta especie de avispa de nuestros ecosistemas.